domingo, 4 de noviembre de 2012



SOBRE SAN JERÓNIMO:
SANTO Y DOCTOR DE LA IGLESIA ROMANA DE OCCIDENTE (S.IV-V)


San Jerónimo, al retirarse al desierto, lleva consigo libros profanos y religiosos, pero quiere dedicarse al estudio de los textos sagrados. Hace penitencia en soledad durante cerca de cuatro años. Lo acompañan los animales y el asfixiante calor. Ayuna, se castiga, sufre tentaciones: a veces le parece ver delante de él las danzas de las bailarinas romanas.
Para frenar su imaginación desbordante, el deseo y las pasiones se dedica a aprender el hebreo con un monje que había sido judío. Esa lengua lo desvela, le cuesta trabajo, le desagradan sus sonidos, pero así logra alejar los malos pensamientos.

Entonces ocurre el episodio del sueño. Durante una enfermedad, Jerónimo tuvo una fiebre muy alta. En el delirio se ve frente al trono de Jesucristo. El juez le pregunta quién es, él responde que es un cristiano. Le dicen que miente, pues en realidad es ciceroniano, porque donde está su tesoro también está su corazón. La vivencia lo conmueve tan hondamente que se fortalece en él la necesidad de hacer penitencia y purificarse.

Se cuenta que una noche de Navidad, después de que los fieles se fueron de la gruta de Belén, el santo se quedó allí solo rezando y le pareció que el Niño Jesús le decía: "Jerónimo ¿qué me vas a regalar en mi cumpleaños?". Él respondió: "Señor te regalo mi salud, mi fama, mi honor, para que dispongas de todo como mejor te parezca". El Niño Jesús añadió: "¿Y ya no me regalas nada más?". "¡Oh mi amado Salvador!", exclamó el anciano, por Ti repartí ya mis bienes entre los pobres. Por Ti he dedicado mi tiempo a estudiar las Sagradas Escrituras... ¿Qué más te puedo regalar? Si quisieras, te daría mi cuerpo para que lo quemaras en una hoguera y así poder desgastarme todo por Ti".
El Divino Niño le dijo: "Jerónimo: Regálame tus pecados para perdonártelos". El santo, al oír esto, se echó a llorar de emoción y exclamaba: "¡Loco de Amor tienes que estar, cuando me pides esto!". Y se dio cuenta de que lo que más deseaba Dios que le ofrezcamos los pecadores es un corazón humillado y arrepentido, que le pide perdón por las faltas cometidas.


<<< El Divino Niño le dijo: "Jerónimo: Regálame tus pecados para perdonártelos". El santo, al oír esto, se echó a llorar de emoción y exclamaba: "¡Loco de Amor tienes que estar, cuando me pides esto!". >>>

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