sábado, 11 de enero de 2014

A Pedro Zerolo con cariño infinito


Posted on 7 enero 2014 by Diego Cruz


Toma esta modesta prosa nocturna como un regalo del corazón que quiere llegar hasta el fondón mismo de tus asuntos. Y permanecer allí, junto a tu ánimo, porque así el camino se hace más llevadero y más sensato.

Nos hemos visto en muchas ocasiones, apoyando iniciativas del Partido, para recuperar el alma perdida de Madrid. En manifestaciones múltiples, actos de todo tipo, y siempre nos hemos saludado con un par de besos y hemos hecho alusión al #socialismoafectivo . Te he leído en Twitter traer a colación poemas de Pepe Hierro, a quien el ritmo de su poesía se lo ponía la mar, de la que estuvo siempre enamorado. Y siempre he respondido lo mismo: don Pedro es un lírico.

Hoy, como digo, te traigo esta sencilla prosa de niño grande; un paréntesis en el absurdo trajín en el que a veces se convierte la vida, para hacer un pequeño receso y valorar más los detalles pequeños; cualquier ápice de gesto que se cruce en nuestra existencia.

Y vengo con la biografía sosegada de canas y cansancio; con la mirada herida de experiencias; con el corazón deshilachado por el uso. Vengo con muchos capítulos llenos de hospitales silenciosos, largas noches, lágrimas que vienen hasta la mejilla desde el alma, y un sin fin de gestos humanos que, a fin de cuentas, son los que hacen esta vida más llevadera y amable.

Este paréntesis, pues, te va a dar la oportunidad de percibir toda la profundidad de los instantes; y para ello te servirá cualquier palabra, la sonrisa verdadera que hace su más bella metáfora en el rostro, las miradas cómplices que se junten con la tuya para crear ese lenguaje no verbal tan maravilloso. Un mundo de sensaciones distinto, más profundo, en mitad de este obligado y puntual receso. Pero no pasa nada, porque con semejante travesía saldrás más fortalecido; más enriquecido en experiencias personales, feliz de tener tanta gente alrededor que te quiere y que te aprecia. Una suerte, Pedro, que a lo peor no la tiene todo el mundo.

Y te llamo compañero del alma a la manera de Miguel Hernández, porque así debe ser su significado más puro y esencial. Te lo llamo para que te recuperes pronto, porque te esperamos para compartir tantas ilusiones que tenemos depositadas; un festín del esfuerzo común que nos tenemos merecido. Y para ello coge las muletas del ánimo y las palabras; apóyate en ellas para atravesar esta puntual y corta travesía. Y si por alguna razón humana, a veces flojeas, no dudes en silbar para llevarte conversación y ramos de sonrisas. Estamos a tu lado, viviendo tu incansable lucha y tu pedagógico ejemplo. Y además te queremos, por eso te arropamos con cariño no protocolario; con el corazón desnudo y próximo. Sirvan, pues, estas sencillas palabras para que te acurruques con ellas hasta que pase este imprevisto oleaje del destino.

¡Salud y a ganar otra batalla!


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